Esta obra dirigida por el israelí Inbal Pinto es una pieza de danza que trae ternura, sorpresa y precisión en los movimientos.
Además de la influencia de su director, también está la del israelí Avshalom Pollak y del coreógrafo estadounidense Robby Barnett, quien colaboró con la compañía.
La mezcla de visiones del baile y gestualidad hacen de la obra una joya de la danza. Su apuesta es al minimalismo, con solo doce sillas y muy esporádicos elementos que salen a escena, utilizados por seis actores/bailarines vestidos con trajes sencillos
El elemento físico se manifiesta con un fuerte componente acrobático, característico de los montajes de los tres coreógrafos. También hay algo de teatro y cabaret